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“¿Podés dejar de jugar? Se está inundando todo”

Soliloquio para una sirena: Análisis de la Obra | Abel Lisman, crítico de teatro en Mendoza.

Soliloquio para una sirena

En el mismo día y lugar en que por un capricho gubernamental se dejó sin trabajo a más de 100 profesionales que mantenían activo el canal Acequia TV (uno de nuestros orgullos y tesoros) se presentó una obra que reivindica el por qué existen las artes.

Al odio: arte. Al neoliberalismo sanguinario y despiadado: una semilla de esperanza.

Y esto no es sólo un decir o una opinión personal, sino lo que sucedió el 19 de Abril en el Espacio Julio Le Parc cuando, por medio del festival F.I.N.D.E. se presentó esta obra, autogestiva, independiente y rebosante de amor por las técnicas teatrales y por el público que viene a verlas. Este festival, que ya lleva tres años de crecimiento sostenido y de grandes logros a nivel escénico, está logrando algo que no se veía en mucho tiempo, que es el goce por el teatro en sí mismo, con seminarios, talleres y obras que atraen a un público joven (y no tanto) al teatro, agotando localidades y llenando los espacios de amantes de las tablas. Incluso hay tiempo para la solidaridad, ya que esta obra fue gratuita a cambio de que se entregue un alimento no perecedero para el Comedor San Cayetano.

Adentrándonos en la obra, “Soliloquio para una sirena”, una obra de teatro inspirada en un cuento de Gabriela Suarez, una actriz de La Plata, nos presenta a una actriz en una clara metateatralidad que nos lleva a pensar en un nosotrxs dentro de lo que ella vive. Una intérprete tanto de sí misma como de quienes la vemos actuar de actriz.

Se observa la desesperación que siente por momentos por no alcanzar el éxito esperado. Cómo se sumerge en pensamientos, vivencias y profundidades personales que, realmente podríamos pensar que nos pertenecen. Nos lleva a pensar cuántas veces nos sentimos así, desahuciadxs por no poder llegar a nuestras metas. O lo que es peor: ¿qué pasaría si triunfáramos realmente? ¿Podríamos soportar vivir en la realización personal?

Dependiendo la interpretación podría decirse que la obra habla de la humildad de lo que tenemos, de la vuelta al origen, el éxito personal, la tensión por no llegar a objetivos planteados, cómo reflejamos nuestro ser en nosotrxs, cómo en ocasiones nos sumergimos en una fantasía real…o aquello a lo que le remita a cada cual.

Toda la obra está atravesada por el agua, siendo una ingeniosa forma de aliarnos con un enemigo natural del teatro, usándolo a favor de lo que se quiere comunicar.

También se pueden dilucidar diversas técnicas de teatro, sobre todo físico, mostrando mucho ensayo, juego escénico y análisis de la teoría teatral (desde el slapstick, hasta Grotowski y Meyerhold).

Una obra que parece que nunca va a tener fin, siendo partícipes de lo que le pasa a la actriz-personaje/actriz y nos pasa desde abajo del escenario. Porque a veces vamos a las profundidades de nuestro ser por medio del arte y parece que nos hundimos y caemos más y más abajo como sociedad cuando no lo vemos, pero siempre salimos a flote porque, como bien dijo Vilma Rúpolo en SU sala y en SU cumpleaños cuando vino a ver la obra: “el arte nos va a salvar”.

Hay que destacar el trabajo excelente de Luisina Gonzalez, con una muestra corporal y actoral infatigable, envolviéndonos en lo que le sucedía y reflejando que quizás la obra se termina en cada unx. Completan el elenco la participación de Camila Vitoloni y la siguiente ficha técnica:

Diseño sonoro y producción musical: Mauro Ferrari, Lautaro Monroy y Joaquín López

Dirección de movimiento: Paloma Puliti

Actuación de voz: Dino Cortez y Constanza Vargas

Participación Especial: Claudia Racconto

Asistencia en escena: Constanza Vargas

Diseño lumínico: Nilo Macías

Diseño y confección de vestuario: Merlina Crescini

Dispositivos escénicos: Emir Vanella y Marianella Bruna

Fotografía y realización audiovisual: Sofia Aghetoni

Diseño gráfico: Maribel Fernandez

Escrito por Abel Lisman

Actor, Profesor Nacional de Teatro (COSATYC Andamio '90), asistente de escena del teatro de Andamio entre los años 2010 y 2012; colaborador en diversas obras teatrales de Buenos Aires y Mendoza; escritor de un libro sobre pedagogía ("Pedagogía Incendaria. La escuela tiene los días contados")

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