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No se elige morir

Orfeo y Euridice: Análisis de la Obra | Abel Lisman, crítico de teatro en Mendoza.

Orfeo y Eurídice

No estaba preparado para esta obra. Creo que nadie está listx para vivir situaciones como las que se explicitan en esta historia. Cuáles son los límites del amor, hasta donde se puede llegar por una pareja y qué realidades se quiere vivir por la otra persona.

Quien conoce la historia original (el mito griego) entenderá un poco de lo que hablo ya que esta obra de teatro escrita por César Brie es una reversión más propia de nuestra época, y a la vez fidedigna, de aquello que se le relataba sobre estxs dos amantes.

En este caso, los personajes son una chica mendocina y otra tucumana que comienzan una historia romántica y van relatando lo que les sucede por medio de fotos y situaciones que nos sacan una sonrisa y nos meten dentro de sus vidas. No es necesaria demasiada escenografía ni vestuario para identificarlas e identificarse con lo que les pasa. Es una historia de amor adulto, de personas que se conocen, se enamoran y tienen vivencias propias de la vida en la madurez. Es el juego de estar con otra persona en un ambiente de intimidad, con la previsibilidad y la comprensión que se tiene en el interior de la pareja, a donde nos llevan desde el primer momento.

Esta introducción tiene un quiebre muy aristotélico relacionado al “mensajero”, quien produce el primer cambio en el tono de la obra, obligando a los personajes a enfrentarse a conflictos que no pueden resolver en el momento y que de cierta manera nos adelanta de cómo es el viaje de Orfeo por el río Stigio buscando a su prometida. No voy a decir más sobre lo que sucede para no arruinar la experiencia. “Qué decir para decir lo que siento.” Es una obra que responde a todos los componentes de una tragedia clásica, pero adaptada a los cánones actuales.

Sumado a la impecable dirección de Federico Pennesi que les permitió a las actrices la posibilidad de adaptar la historia a sus vidas, lo cual sumó mucho para la capacidad de empatía con lxs espectadorxs, debo destacar la relación entre Giuliana Mattiazzo y Valentina Mocoroa, quienes muestran una química en escena muy trabajada, con cuerpos que se conocen y se entienden, que respiran juntas y que se encaminan a la par de este viaje hacia el interior de ellas mismas, a la vez que nos envuelven en un relato que nos lleva a recibir el mensaje moral que alguna vez plantearon los griegos para finalmente llevarnos al final catártico de nosotrxs mismxs. “Para eso está el teatro, para poder purgar un poco (las pasiones)” fue un comentario que escuché cuando se terminó la función.

Esta es una obra que no es para cualquiera pero que tiene todos los condimentos de una puesta de gran calidad: actuaciones sólidas, una dirección precisa y consciente, escenografía y utilería que nos transportan al relato, y un vestuario entre simbólico y concreto, todo lo cual colabora para que lo que sucede en escena nos atraviese y nos deje con una sensación de que la vida es más de lo que creemos. Nos obliga a repensar nuestro día a día y a aprovechar aquello que creemos que quizás no vale tanto pero que en el futuro anhelaremos volver a vivir si se nos da la oportunidad. Es una obra que te aferra a la vida, a decirle lo que pensás a la persona más querida porque quizás mañana no se tenga esta posibilidad.

Consejos: ir a ver esta obra en pareja. Y llevar pañuelitos de papel.

P.D: Esta función, como todas las de esta semana, fueron dedicadas a la memoria de Nacho Sánchez, quien “se fue de gira” tempranamente en los últimos días.

Ficha técnica

Dramaturgia: César Brie.

Dirección general y puesta en escena: Facundo Pennesi.

Dirección actoral: Facundo Pennesi y Alicia Casares.

Producción: Florencia Ríos.

Actuación: Giuliana Mattiazzo y Valentina Mocoroa.

Diseño y Realización Escenográfica: Analía Quiroga.

Asistencia en realización escenográfica: Ana Saa, Marysol Casares y Verónica Trigo

Iluminación: Xar Sid.

Vestuario: Santiago Martin.

Diseño gráfico: Hernán Iguácel – Hi Comunicación.

Escrito por Abel Lisman

Actor, Profesor Nacional de Teatro (COSATYC Andamio '90), asistente de escena del teatro de Andamio entre los años 2010 y 2012; colaborador en diversas obras teatrales de Buenos Aires y Mendoza; escritor de un libro sobre pedagogía ("Pedagogía Incendaria. La escuela tiene los días contados"). Crítico teatral de la revista "Palabras Macabras" (2018) y del Diario El Sol (2023).

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