El medio de un paraje desconocido. Lejos. Cactus muy altos. Un fuego crepitante que se agradece, como la copita de vino que llega a nuestras manos. El libro de Vera Jereb como referencia.
Blanco. Teléfono de disco. Resignación y dolor, equilibrio. ¿Cuántos significados puede tener una cama? ¿Y qué posiciones nos obliga a tomar con nuestro cuerpo? Falta de comodidad. Intentar volver a las noches de dormir, sin insomnio. Equilibrio.
Construirnos con el pensamiento. “Me hago maestra en la conexión con mi propio vacío.”
Hablarle a quien no está pero está. La cama como una reja que no permite soñar. Lo que es un sueño. Lo que es coger. “La memoria es un océano.”
Personas en partes, fragmentos de quienes somos o quienes podemos ser. Recuerdos de un futuro distópico. ¿Sueñan los humanos con espejos oscuros o dimensiones desconocidas? Momentos nublados en la mente. Obsesiones. ¿Qué es lo real y qué es lo artificial? “Hay cosas que no pueden archivarse.”
La metáfora del cuerpo epistolar. “Quiero sentir lo que ya no puedo tocar pero me atrapa.” La cama como símbolo. Suena. Blanco.
Quería homenajear con una visión poética a esta obra que se basa en un libro de una joven actriz mendocina en actividad. Me parece muy interesante esta puesta que se hizo sobre los escritos de la actriz/escritora Vera Jereb: tomar su libro, reinterpretarlo y darle voz a su texto con otra mirada, de personas más grandes que ella, pero que le demuestran una profunda admiración. La interpretación escénica de Celeste Álvarez es contundente y meticulosa, transportándonos a una visión retrofuturista muy Metrópolis de Fritz Lang o El Quinto Elemento, siendo su cuerpo y su voz los reales portadores de esta visión, que nos deja pensando en qué pasaría si eso que se ve fuera real… cuando en parte lo es.
Ficha artística:
Dirección: Fabián Castellani
Actuación: Celeste Álvarez
Creación y realización audiovisual: Paola Alonso
Difusión y Prensa: Daniela Funes
Redes Sociales: @bajolaarena.teatro
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