El teatro toma múltiples formas y los unipersonales obligan a tener versatilidad en la interpretación. Mantener la tensión dramática y la atención de lxs espectadorxs durante toda una función implica un trabajo arduo y meticuloso, eligiendo bien las palabras y la manera de expresarse. En el caso de Daniel Quiroga puedo decir que esta definición se bifurca un poco en dos caminos: el del detalle y la concentración, demostrando que hay que enfocarse en lo que se está diciendo y la realización de personajes, profundizando en el método stanislavskiano; y por otro lado, la capacidad lúdica del juglar, de aquel que nos demuestra que el teatro no sólo es un trabajo sino un disfrute y un arte en el cual las pasiones pueden canalizarse por medio de una forma de aquello que se crea en escena.
En inglés actor puede decirse de dos maneras: actor (pronunciado /áctor/) o player, o sea, jugador. Y Daniel nos demuestra esto sacando a relucir su talento en una obra que él mismo creó, con condimentos de suspenso noir, comedia costumbrista mendocina y realismo argentino de manera de unir todos los ingredientes en una obra que busca sorprendernos constantemente…y lo logra. Si tuviera que definir lo que se ve en escena en una sola palabra sería VERSATILIDAD: la capacidad camaleónica que se tiene de ir modificando su intencionalidad escénica para lograr que el público empatice con las emociones del actor y los sucesos que afrontan los personajes.
De manera sencilla podría decirse que la obra habla de un Juan, un hombre común, enredado en su vida de trabajador del mundo del espectáculo, que sufre la desidia de vivir en un mundo donde hay que pagar para vivir, trabajando de lo que se puede para llegar a donde se quiere, y que cuando puede se deja atrapar por el mundo del arte, que lo abraza y lo posee, entregándole la inspiración de los dioses. Pero esto sólo es un “cacho” de lo que se ve en escena. Prefiero decir, y esta es mi opinión personal como actor, que ese momento de conexión con el personaje lo lleva a sentirse libre. Porque eso es lo que no se ve pero se entiende: que el arte en general y el teatro en particular nos lleva a otro plano, más libre, más humano, más en contacto con quienes somos. Esto lo vemos en una obra en la que un actor de raza hace de un actor de oficio, envuelto en las máscaras de Dionisio para contar la historia de un personaje. Un teatro dentro del teatro para ejemplificar, quizás, lo que nos pasa como artistas under cuando queremos vivir de nuestro arte en un mundo que se rige por leyes monetarias. Un (no-)unipersonal de poca gente y mucho esfuerzo que nos invita a seguirlo a donde se presente, cual costumbre circense. Y también en redes sociales.
Ficha técnica y artística
Dramaturgia y actuación: Daniel Quiroga.
Asistencia: Gustavo Álvarez
Técnica: Nicolás Ledesma
Fotos en función: Leandro Fernández.
Prensa: Eugenia Cano
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