El teatro mendocino tiene muchas obras que juegan con la manera de presentar el conflicto. La experimentación artística puede hacernos ir para un lado u otro, intentar llegar al público con alguna técnica u otra. Por eso considero tan valorable un trabajo en el cual se nota el tiempo de investigación, producción desde el guion hasta los ensayos en que la libertad creativa se hace presente, como también valoro que el Teatro Quintanilla mantenga un buen estándar de calidad con respecto a sus obras. “Azul Saturno” es un ejemplo de un tipo de teatro joven, experimental y en el cual hay un marcado mensaje que expone una realidad de salud mental que está latente pero que no se ve.
Si bien se nos enseña en la facultad que lxs intérpretes teatrales son un portavoz de lo que el público quiere decir, en este caso en particular es un grito silencioso de aquello que la sociedad misma empuja, como un documento palpable de lo que nos pasa por dentro con respecto a la depresión y al pensamiento suicida.
¿Qué pensamos en soledad con nosotrxs mismxs? ¿Qué decimos de lo que pensamos? ¿Qué queremos decir realmente? ¿Qué se cruza por nuestra cabeza cuando estamos por irnos a dormir y sobrepensamos situaciones que vivimos?
Cuatro intérpretes nos llevan por un recorrido vocal, nos inquietan con su palabra, sus pulsiones de Muerte constantes, sus frustraciones, sus historias personales en un contexto por demás ansioso, como queriendo decir mucho a la vez, con los pensamientos desordenados empujándose mutuamente por salir de la boca.
Por otro lado nos habla de cómo sobrevivir, qué consideran que es el sufrimiento, cómo evadir la realidad y la no-existencia de unx.
Me quedo con la esperanza que plantea entre líneas el director y dramaturgo, por medio del cual se puede ordenar el pensamiento: de a poco, de a muchxs, siendo todxs, siendo unx a la vez. Como si estuviera diciendo que nos puede estar pasando a todxs, nos puede estar condicionando sin darnos cuenta y nos habla de frente, sin caretas, con crudeza, con una fuerte necesidad de compañía, de vernos a nosotrxs y estar de acuerdo con que a veces estamos mal y que eso no está mal. No dejarnos arrastrar por esa “happycracia” que nos venden en las redes sociales, esa positividad barata vendida al por mayor, con que si cambiamos la actitud vamos a ser felices y todo va a estar bien. No, no todo está bien y a veces el dolor sigue presente por mucho que te esfuerces en ocultarlo. O, más bien, como diría Kurt Cobain: “extraño el confort de sentirme triste”. Ese “azul” es el que se refleja en la obra. El azul de melancolía, de tristeza y suspiro pero de búsqueda personal. De querer acomodarse en lo que cada unx es pero reconociéndose a sí mismx.
Mostrarse tal cual somos desnudándonos sentimentalmente porque lo demás sobra. El alivio de “sentir amor”, de ser queridxs por alguien, por quien nos pueda sacar realmente de ese Tanathos tan cruel que nos envuelve en un espiral descendente, en la fantasía de ese día de la marmota eterno en que unx se vuelve a morir infinitamente sin llegar a ningún lado. Volar lejos de acá, de esto que nos pasa y que nos arrastra hacia abajo, en que las imágenes se superponen como un fondo de pantalla eterno en el que le prestamos atención para no pensar, no por gusto. Como diría Árbol: “ya lo sabemos, todos tenemos un poco de miedo”.
Me gustaría destacar el gran trabajo vocal del grupo, supervisado por Giuliana Mattiazzo, que utiliza la palabra, los silencios y el manejo de las intensidades no sólo como elementos teatrales sino como protagonistas de la obra, que dirigen al/la espectador/x por donde quieren, moviéndoles lo que les pasa por dentro, ubicando en un rol central un recurso que muchas veces es secundario. (¿Será que, como aquellas fotos misteriosas, el mensaje será ver con un poquito más de detalle para observar la soledad real de las personas?)
Y por otro lado también que es una obra joven en todo sentido: experimental, con un elenco y un director muy jóvenes y un relato que nos mueve desde adentro sin “saturnarnos”, pero sí permitiéndonos reflexionar, diciéndonos, sin importar nuestra edad, que el dolor es parte de lo que somos y que eso, nos guste o no admitirlo, nos hace ser quienes somos.
Próximas funciones:
16 de Mayo en la Nave Cultural
6 de Junio en el Teatro Quintanilla
9 de Agosto en el Teatro Quintanilla
Ficha técnica:
Actuación
-Noel Aloy @noel.aloy
-Aurea Scordo Lara @_aureafs
-Denis Vargas @denisvargass
-Francisco Tonidandel @francisco.toni1
Diseño y operación lumínica: Ludmila Espinosa
Diseño y realización escenográfica: Marina Masramon
Coach Vocal: Giuliana Mattiazzo @giulimattiazzo
Video: Isaac Flores, Francisco Tonidandel
Operación de video y sonido: April Andrada
Producción: Agustín Lorenzo @lorenzoagusp
Dramaturgia y Dirección: Isaac Flores @isaaxf
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