Aires de Buenos Aires en Mendoza. El reconocido Teatro Sportsman y una voz tanguera nos invitan a disfrutar de este espectáculo.
Función estreno; con su expectativa no podía ser menos que la sala llena, lo cual siempre alegra la vista y renueva la energía teatral. La gente se reconoce con alegría de este lado mientras un hombre sentado en el escenario nos mira y reflexiona, cambia de posición, mira para otro lado, y nos vuelve a mirar. Lo acompañan dos mujeres tras una cortina, posando cual maniquíes vivientes. Como estatuas vacías sin vida que buscan agradar al público. O a quien pague por ellas. Me encantaría pensar que esta primera impresión de la obra plasmó una ficción, pero no es así.
“Las Polacas” relata la vida de algunas mujeres inmigrantes de Europa del Este que fueron convencidas por otras personas para emigrar a la Argentina y cambiar de vida, para salir de la miseria europea, en una época en que las noticias sobre esta parte del mundo eran escasas aunque usualmente positivas (teniendo en cuenta las políticas inmigratorias de fines del siglo XIX y principios del XX en el país, que invitaba a europexs a venirse a vivir acá).
En esos relatos están las vidas de mujeres que buscaban salvarse de ser sirvientas o campesinas de la cruda estepa de por vida para casarse con algún hombre americano que les pudiera asegurar un mejor porvenir. Pero no siempre fue así. En las actuaciones de Mariana Bressano y Luchi Zulueta, con los respectivos cambios de vestuario acordes a la época, se ven reflejadas las esperanzas, las ilusiones y las frustraciones de dejarlo todo para ir rumbo hacia lo desconocido… cuando en este caso se mostró que la cruda realidad podía ser peor que el frío invernal de Polonia. Siempre bajo la mirada de un hombre (encarnado por Denis Arnaez) que vigilaba sus pasos, sus conversaciones y lograba intimidar con su sola presencia.
No es ninguna novedad que esta obra, así como la vida de Raquel Liberman, nos aproxima a la organización Zwi Migdal y a la trata de blancas judías a principios del siglo XX. Esa mancha oscura, que muchos trataron de borrar de la historia de rufianes judíos polaco-argentinos engañando y prostituyendo en contra de su voluntad a mujeres jóvenes polacas durante años.
Hablemos entonces de interseccionalidad (o sea, diversas formas de opresión): eran mujeres, jóvenes, inmigrantes de un país lejano, con un idioma distinto y sumamente vulnerables. Lo que sucedió en ese momento y que se ve en la obra de teatro FUE REAL. Aunque no querramos admitirlo, esta obra escrita por la dramaturga Patricia Suarez en 2002 es parte de nuestra historia. Me encantaría decir que este fue un caso aislado o acaso que nunca existió pero por más que duela esas mujeres sin voz y, muchas veces sin identidad, son reales y, por medio del teatro, las revivimos para que puedan denunciar lo que nunca pudieron.
Esta obra habla de animarse. Animarse a hablar de un tema que está en las sombras aún al día de hoy. Animarse a cuestionarse la sociedad que se gestó desde la inmigración más marginal. Animarse a poner en duda lo que entendemos como “trabajo sexual”. Y, en el caso de Nicolás Nime, animarse a dirigir una obra con un trasfondo tan pesado y que, lamentablemente, sigue al día de hoy. Es un tema vigente y que nos cuestiona en qué mundo vivimos y qué mundo queremos tener. ¿Quiénes son “las polacas” de hoy en día?
Si sabés de alguna situación en la cual creés que puede existir la trata de personas, llamá por orientación o para denunciar al número 145 las 24 horas del día los 365 días del año.
FICHA TÉCNICA
Dramaturgia: Patricia Suárez
Dirección: Nicolás Nime
Actúan: Mariana Bressano, Luchi Zulueta y Denis Arnaez
Asistencia de Dirección: María Emilia Miralles
Diseño Escenográfico: Belén Blu
Diseño Gráfico: Viejo García
Diseño y Confección de Vestuario: Adrián Di Carlo
Fotografía: Mauro Vargas
Iluminación: Felipe Curadelli
Prensa y Comunicación: Cyntia Garavello
Producción: Flor Marziali
Realización Escenográfica: Dejavu
Redes: Dante Ojeda
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